De pequeña en el pueblo donde vivo, siempre veía a la gente del pueblo paseando con sus caballos y yo les decía a mis padres que quería uno.
A medida que fui creciendo, mi amor por los caballos se intensificó y cada vez deseaba más tener uno propio.
Eventualmente, llegó Pancho a mi vida, un PRE de 11 años que adquirí cuando tenía apenas 3 años.
Él vino sin estar domado, y se domó específicamente para mí, tomando en cuenta que yo tenía muchos miedos relacionados con montar. No quería un caballo que ya estuviera domado; quería uno que pudiera aprender y adaptarse junto a mí. La persona que me lo vendió conocía mis temores y límites, y sabía que Pancho sería el caballo perfecto para mí. Afortunadamente, el riesgo valió la pena.
Pancho tiene un carácter tranquilo, aunque se asusta fácilmente, pero sus sustos son controlables y nunca ha tenido un mal gesto. Uno de los retos que enfrenté con él fue en el manejo pie a tierra, especialmente al acercarme a él y acariciarlo, ya que inicialmente era muy esquivo. Sin embargo, con paciencia y trabajo constante, he logrado que se vuelva más cariñoso.
Él vive suelto 24/7 en una cuadra grande sin puerta, con heno a discreción. Entra y sale cuando quiere y comparte este espacio con Fandango, el caballo de Víctor, que es todo nervio y completamente opuesto a Pancho. Se complementan muy bien, pues Fandango le incita a moverse más y Pancho transmite la calma que Fandango necesita.
En los 8 años que llevamos juntos, solo me he caído una vez, a pesar de haber tenido varias situaciones riesgosas. Pancho y yo hemos superado muchos obstáculos juntos, lo cual ha fortalecido nuestra relación. Con el tiempo, noté que Pancho empezaba a ganar peso y a volverse más esquivo, lo cual me llevó a contactar a una veterinaria especialista en preparación física. Cambiamos nuestra forma de trabajar y Pancho no solo perdió peso, sino que su actitud mejoró significativamente.
Creo que la comunidad ecuestre puede apoyarse mutuamente compartiendo sus experiencias y conocimientos, especialmente en tiempos de cambio y transformación.
Es importante no tener miedo al cambio y buscar ayuda cuando algo no funciona como esperamos. Mi filosofía se centra en disfrutar cada segundo con los caballos, viviendo la vida a través de nuestros ojos y de los suyos, siempre buscando su bienestar y respetando su naturaleza.
Mi frase preferida es: "La fuerza se complementa con la nobleza y la lealtad". Estos principios son esenciales no solo en nuestra relación con los caballos, sino en todos los aspectos de nuestras vidas.
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